martes, 31 de enero de 2017



KULTA KUCHA

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La laguna está ubicada al sur de Colta, junto a la vía Panamericana Sur. Tiene 3 kilómetros de largo y alberga a 32 especies de aves nativas. Los que más llaman la atención son los patillos zambullidores que impresionan por sus piruetas en el agua y su destreza para bucear y conseguir alimento. Pero el atractivo más solicitado por los visitantes extranjeros son los recorridos con los guías nativos y las artesanías originarias de la cultura Puruhá. Artículos como ponchos, sombreros o alpargatas se ofertan cerca de la laguna. Por solo USD 0,50 por el ingreso, los turistas pueden recorrer por el malecón y conocer las historias y leyendas de la gente de Leonpung, una comunidad situada al frente de la laguna. Ellos también conocen sobre la fauna y flora endémica que habita en la laguna. 
Los nativos cuentan que hubo una gran fiesta de la comunidad por lo que usaron una paila gigante para preparar la comida. Pero después el agua empezó a brotar y nadie pudo moverla. “La paila está recubierta de bronce y a veces la vemos brillar en el agua. En una ocasión, una chica trató de sacarla amarrando su faja al borde, pero la paila se movió y la chica casi se muere”, cuentan los guías de la tercera edad.
En el 2005, cuando el Municipio de Colta construyó el malecón escénico alrededor de la laguna, 38 familias de las comunidades aledañas se organizaron para integrar la asociación de emprendedores Kulta Kocha, (laguna de Colta en kichwa).
Las artesanías también se expenden en los exteriores de la iglesia Balvanera, la más antigua del país. Allí otros 18 artesanos venden ponchos, sacos, bufandas… tejidos de lana de borrego y de alpaca. Además hay esculturas de tagua. 
Las artesanías también se expenden en los exteriores de la iglesia Balvanera, la más antigua del país. Allí otros 18 artesanos venden ponchos, sacos, bufandas… tejidos de lana de borrego y de alpaca. Además hay esculturas de tagua. La comida típica como las tortillas elaboradas con harina de maíz y de otros cereales de la zona, asadas en piedra, que prepara Adela Yuquilema también son apetecidas por los turistas. “Nos hemos capacitado para atender bien a nuestros visitantes, estamos empeñados en obtener las licencias para operar los botes y reactivar el turismo para no migrar a las ciudades”, dice Yuquilema.

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